domingo, 27 de septiembre de 2015

¿Cómo se relaciona el Cuerpo, Alma, Espíritu, Cosmos? por Ernesto Sabato


El ser humano es una unidad irreductible bio-psicológica, espiritual y cósmica


La medicina siempre tuvo debajo un fundamento filosófico, aunque no fuese claro y manifiesto. La medicina que surgió del vasto movimiento cientificista que comienza en el Renacimiento se basaba en una filosofía materialista y atomista. Cuando yo era chico, abundaban los médicos que mandaban de vuelta a su casa enfermos porque “solo” tenían problemas nerviosos, como si se tratase de menospreciables fantasmas. Ahora ya sabemos que una inmensa proporción de enfermedades tienen su origen en el desequilibrio de los sistemas nerviosos, y bastaría poner el ejemplo casi escolar de la úlcera.

Antes se partía de una Concepción Materialista del Hombre: un conjunto de huesos, músculos, glándulas, venas y arterias. Hoy sabemos –como lo supieron en la antigüedad hombres de gran intuición acerca de la unidad corporal y espiritual de la criatura humana- que el alma y hasta el espíritu tienen decisiva importancia en ese delicado equilibrio que se llama salud. Y digo “hasta el espíritu” porque en ese equilibrio inciden no solo los factores psíquicos, sino también las angustias que provienen de un examen de conciencia sobre la suerte de una nación o de la entera civilización actual.

De modo que deberían re-examinarse los fundamentos filosóficos que hay debajo del arte de curar. Si son estrictamente materialistas, nos equivocaremos como médicos, si admitimos que junto al cuerpo, y en estrecha interacción con él, hay un alma, ya estaremos más cerca de la verdad, y por lo tanto, de la posibilidad de curar. Pero si admitimos que el hombre es además un espíritu, regido por un escala de valores, por preocupaciones estéticas, éticas, gnoseológicas y metafísicas, y si admitimos que esos tres estratos están en constante inter-relación, como una compleja y dinámica estructura, entonces sí, podemos estar seguros de poseer una base cierta para el análisis de una enfermedad y para su eventual curación.

Por otra parte, esta unidad superior es irreductible a divisiones mecánicas y artificiales. Si ya es equivocado pretender separar los órganos entre sí (error que proviene de la prestigiosa tendencia atomista de la física y la química), infinitamente más, irrealista es la separación del cuerpo, del alma y del espíritu. Y como vivir es con-vivir, no solo en el plano de los sentimientos sino en el supremo plano de los valores; y como además el vivir es una sutilísima interdinámica con el cosmos, debemos concluir que no puede hablarse de salud ni de enfermedad si no estamos alertas para juzgar ese inestable equilibrio que existe en la vasta estructura física, psíquica, espiritual y cósmica.

Se me podrá argüir que este gigantesco planteo no puede ser tenido en cuenta cada vez que alguien se presenta en el consultorio con una diarrea. Y yo me atrevo a responder que sí, que hay que tenerla presente, aunque sea (sobre todo) para poder simplificar cada caso concreto. Al fin de cuentas es más probable que una diarrea sea producida por el pavor de un conflicto personal que por no sé qué microbios de esos que están en boga. Microbios que existían en el cuerpo de ese enfermo antes del conflicto, sin que le trajesen los inconvenientes intestinales.



Extraído del libro “La Robotización del Hombre y otras páginas” de Ernesto Sabato

No hay comentarios.:

Publicar un comentario